Los accesorios son elementos más pequeños que el mobiliario, influyendo en el carácter de un interior.
Se pueden clasificar en diversas categorías:
- Accesorios funcionales: responden a las necesidades del ocupante del espacio, pudiendo tener un valor estético añadido. Aquí nos encontramos, por ejemplo, con los relojes de pared, revisteros, paragüeros, televisión, menaje de cocina, libros...
- Accesorios decorativos: juegan un papel puramente estético, pudiendo expresar los intereses y pasiones personales de los dueños. Aquí incluyen colecciones de objetos, fotografías, plantas o recuerdos... Normalmente se agrupan y componen mejor si no se pierden de vista aspectos tales como la composición global relativo a la escala y equilibrio.
- Obras de arte: las de gran tamaño, mérito artístico y/o profundo significado personal habitualmente se exhiben como elementos centrales en un espacio y, a veces, pueden influir en otros aspectos del proyecto. Las de menor valor se exhiben usualmente agrupadas en composiciones. Generan un placer estético propio. Si son colecciones gráficas más informales o trabajos infantiles, pueden considerarse superficies de pared en las que puedan clavarse chinchetas, pizarras tradicionales o blancas.
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Una colección de objetos o pinturas genera su identidad visual a través de la cohesión resultante de la proximidad y similitud o diferencias entre los objetos. Hay dos estrategias de composición: exposiciones de objetos similares y bodegones de objetos diferentes que comparten alguna característica (color, texturas, propociones, etc.). Ambos tipos de agrupaciones requieren de un lugar para su exhibición: vitrinas, estantes abiertos, aislados, repisas de chimenea, nichos de obra, mesitas auxiliares, etc.
En cuanto a gustos, los interiores de más éxito evitan un término medio, es decir, o prefieren un minimalismo cuidadosamente seleccionado o una gran cantidad de objetos cuidadosamente seleccionados.
¿Cuál es tu preferido?
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